Una lectura de género en los museos
La Historia del Arte es una disciplina que demuestra la poca representación de las mujeres a lo largo de los tiempos. Esto se observa en cómo han sido tratadas las mujeres creadoras por nuestra disciplina y por los museos.
Respecto a la producción artística, tenemos por un lado una escasez de artistas profesionales en las distintas épocas: era muy difícil que la mujer saliese del entorno de su hogar para que pudiera dedicarse a trabajos que no eran considerados femeninos. Por otro lado, las pocas mujeres que pudieron destacar en la pintura o la escultura acabaron silenciadas, tanto por la completa desaparición de su nombre y producción como por la sustitución de su autoría por la de un maestro varón: para algunos era inconcebible que una mujer pudiera realizar con sus manos una obra de arte. El mejor ejemplo de esto lo tenemos en Camile Claudel: durante décadas, parte de su producción fue adjudicada a su maestro Rodin.
Por el lado del museo, que es la institución académica que establece un canon para la Historia del Arte, hay una evidente falta de nombres de mujeres en sus salas. Ya las Guerrilla Girls publicaron su famoso cartel en 1989 donde indicaban que en el Met de Nueva York sólo había un 5% de autoras, mientras que el 85% de los desnudos expuestos eran femeninos. También sucede que muchos de los hombres representados están perfectamente identificados por la documentación, mientras que gran parte de las mujeres retratadas han quedado anónimas, sin que podamos conocer su historia, tal y como sucede en sus acompañantes masculinos pintados. Para arreglar esta falta de representación, algunos museos del mundo anglosajón están vendiendo algunas obras de autores hombres con mucha representación en su colección para comprar piezas de mujeres y otras minorías (afroamericanos, latinoamericanos) que se han quedado apartadas del canon del arte occidental.
Pero también hay iniciativas individuales y colectivas para corregir esta situación. En un artículo anterior hablé de #WomanArtHouse y otras propuestas para ilustrarnos sobre el arte realizado por mujeres. Porque existe, porque ha habido creadoras hace siglos, pero que no han llegado ya no al gran público, sino a los licenciados en Historia del Arte.
También es necesario hacer lecturas del museo en clave de género (al igual que se debería hacer con otras minorías). Nos hemos acostumbrado a un canon académico y cada vez que nos alejamos de él descubrimos que las colecciones y sus piezas cuentan más historias que enriquecen el discurso de la institución. En este sentido durante esta semana, el Museu de la Música de Barcelona, como otros museos, han preparado visitas pensando en una óptica femenina. Para sus seguidores de Instagram, el Museu de la Música preguntó en sus Stories si la mujer estaba incluida o excluida en el uso de determinados instrumentos. Cuando el museo musical publicó la respuesta, hemos sabido que algunos instrumentos estaban asociados a rituales masculinos, otros eran tocados por las mujeres en ámbito privado, otros eran una representación de la figura femenina…
Por último, a lo largo de toda esta semana, el Museo de Arte de Almería ha lanzado la campaña #MujerYArte. Se trata de mostrar con esta etiqueta las obras de su colección realizadas por mujeres o en las que aparezcan mujeres como protagonistas. Lo mejor es que han hecho un llamamiento a otras instituciones, como se hizo en su día con el #CuatroCaras del Museo de Antequera. Muchos museos han respondido, enseñando en redes las piezas de #MujerYArte.
En definitiva, necesitamos que la Historia del Arte sea de, con, para las mujeres, hay que poner un punto de vista feminista a los museos y al sistema del arte. Porque así haremos justicia completando los capítulos que nos faltan de la Historia del Arte. Y sólo así podremos comenzar a trabajar en una integración real de todas las minorías que todavía están ausentes del discurso oficial.