La pintura infinita de Morandi en La Pedrera
Giorgio Morandi (1890-1964) siempre se destaca como uno de los pintores más interesantes del siglo XX. El italiano es uno de los artistas de la primera mitad del novecento que no se adscribe a ninguna corriente artística. Así, nunca quiso participar de movimientos con tanto peso en su país como el futurismo italiano. Pero tampoco los historiadores pueden colocarle algunas de las múltiples etiquetas de las vanguardias que se desarrollaron durante décadas.
Ahora las obras de este pintor de enorme personalidad se exhiben en una exposición monográfica Morandi. Resonancia infinita en la Fundació Catalunya La Pedrera.
Evocar el taller el taller de Morandi
En la exposición de Giorgio Morandi se construye al personaje para entender el sentido de su pintura. Y lo hace no sólo con una exquisita selección de cuadros, sino con reproducciones gigantescas de las fotos de su estudio, que acompañan a los originales de su obra. Son fotos en las que no siempre se aprecian caballetes, lienzos o tubos de pintura: hay jarrones con flores, piezas de cerámica y demás objetos que protagonizan la obra de Morandi.
Se entra a la muestra a través de un espacio que evoca el estudio de Giorgio Morandi. Se ha conseguido un lugar casi iniciático, con una ventana que mira a sus queridos paisajes de Grizzana y una fotografía del estudio del artista.
El trabajo íntimo del pintor
Las comisarias de la exposición de Morandi de la Fundació Catalunya La Pederera, Beatrice Avanzi y Daniela Ferrari, apuntan la dificultad de estudiar al pintor. Apenas hay noticias de cómo trabajaba, ya que no permitía que nadie lo acompañase en el momento de la ejecución de la pintura. Esta forma íntima de pintar tiene todo el sentido si miramos la sencillez de su producción artística.
Una pintura casi monotemática, representada prácticamente en un extenso catálogo de naturalezas muertas.
El camino formativo del pintor Morandi
En la formación de Morandi también se destaca que, al contrario que los jóvenes artistas de la época, no viajó a París, el centro de la escena artística. Aún así, se movió por toda Italia para descubrir la pintura de Cézanne, Monet, Renoir, Picasso o Braque.
Las primeras obras de Morandi beben de la geomerización del cubismo de Picasso o Braque. El tratamiento del cuerpo desnudo en su producción juvenil recuerda a las Bañistas de Cèzanne.
Unos años más tarde, el influjo de la pintura metafísica llega a la obra de Giorgio Morandi. Son obras donde experimenta mostrando objetos con la rotundidad y fisicidad de los cuadros de Giorgio de Chirico, pero sin su universo onírico.
A partir de estas naturalezas muertas metafísicas llega a materializar su obra más característica: una personal reinvención de la naturaleza muerta.
La coherencia del arte de las naturalezas muertas
Durante cuatro décadas la pintura de Morandi se expresó a través de la naturaleza muerta. Otros pintores a lo largo de la historia del arte habían trabajado con los cuerpos de las modelos en su estudio, observando los cambios de luces y sombras en las distintas posiciones exigidas por el artista. Pero para Giorgio Morandi sus modelos eran jarros, floreros y otros objetos domésticos.
Su pintura nace de la observación de estos elementos con la luz natural, durante horas, días, meses. El pintor reflexionaba ante sus modelos todo el tiempo que lo necesitase para después pintarlo. El trabajo lento y riguroso del análisis se traslada a su atemporal óleo sobre lienzo.
Una carrera hacia la trascendencia
Giorgio Morandi fue depurando la naturaleza muerta durante décadas. Son objetos reconocibles, pero no es una pintura realista. Poco a poco elimina lo decorativo de los elementos pintados, los hace más geométricos.
También va desapareciendo el color: todos los objetos se hacen blancos, de pincelada bien marcada, sobre fondos ocres.
La representación camina hacia la abstracción de la geometría pura. Y así la pintura se acerca a la trascendencia, casi como un retablo donde la naturaleza muerta nos lleva a la pureza de la pintura y del arte.
Es curioso que Morandi comparta sala de exposición con otro gigante del arte como Oteiza. Hace unos años La Pedrera de Gaudí acogió la obra del escultor vasco: una producción que se encaminó inevitablemente hacia la abstracción y a la simplificación de las líneas en sus piezas. Cuando llegó al límite de la representación esquemática, Oteiza abandonó la escultura: ya no podía seguir con su investigación. Este camino hacia la simplificación es sin duda un punto de contacto entre Morandi y Oteiza.
Más allá de la naturaleza muerta: paisajes, flores, grabados
La exposición de Morandi. Resonancia infinita en La Pedrera presenta al pintor italiano con toda su variada producción. Por eso, además de sus cuadros tan representativos de naturalezas muertas nos podemos encontrar con géneros como el del paisaje o jarrones con flores.
Es curioso como el tratamiento del paisaje es igual que el de las naturalezas muertas. Las vistas del pueblo de Grizzana, en los Apeninos, se reinterpretan de forma mental: luz directa, geometrización, colores planos…La arquitectura y la vegetación se convierten en otra naturaleza muerta más dentro de la producción de Morandi.
También hay espacio para los grabados, en lo que Morandi era un experto técnico. Su pericia lo llevó a ser profesor de la técnica del grabado en la Academia de Bellas Artes de Bolonia. Los temas son los mismos que en su pintura, especialmente el de las naturalezas muertas. Y, como sucedía con el óleo sobre lienzo, en el grabado experimenta constantemente con la representación de los objetos comunes, con una capacidad extraordinaria de producir variaciones tonales.
En la exposición Morandi. Resonancia infinita de La Pedrera de Barcelona se puede descubrir toda la pintura experimental y trascendente del autor italiano. Un pintor capaz de crear una producción pictórica tan personal como inclasificable, pero de una coherencia y credibilidad como no ha tenido ningún otro artista en el siglo XX.
Exposición Morandi. Resonancia infinita
En la Fundació Catalunya La Pedrera hasta el 22 de mayo de 2022