La exposición Galicia, un relato no mundo: la universalidad gallega a lo largo de la Historia
La exposición Galicia, un relato no mundo del Museo Centro Gaiás de la Cidade da Cultura muestra cómo el siglo XIX fue fundamental para construir la identidad de Galicia. Mientras iba surgiendo una paulatina reivindicación de autogobierno en el antiguo reino de Galicia, la emigración gallega en América del último tercio de siglo XIX comenzó a desarrollar una imagen simbólica de su tierra desde el recuerdo del otro lado del mar. Los emigrantes de La Habana, Buenos Aires y otras grandes ciudades latinoamericanas promocionaban las obras de escritores gallegos y creaban elementos simbólicos referidos a su tierra de origen, como los que luego se convertirían en la bandera y el himno oficial de Galicia.
En Galicia, un relato no mundo se aborda esta identidad gallega a lo largo de toda la Historia. Cómo desde la Prehistoria hasta el siglo XX existe una continuidad que identifica a los habitantes de esa esquina del noroeste peninsular como una comunidad singular. Curiosamente, como hemos visto en el caso de la emigración gallega desde el siglo XIX, Galicia se ve más desde fuera que desde el propio país. Este es el principal hilo narrativo de la exposición de la Cidade da Cultura de Santiago de Compostela.
La identidad de Gallaecia y la Galicia Medieval
La exposición sirve para reflexionar sobre cómo se conecta Galicia con el mundo, revisando muchos conceptos clásicos que se arrastran desde hace más de un siglo. Es una idea similar a la que se había hecho hace dos años en Ourense en la exposición que se ofrecía una moderna lectura del reino suevo. Por ejemplo, en Galicia, un relato no mundo se vuelve a explicar la cultura castrexa, considerada como única, singular y definitoria de la identidad: en una vitrina se muestran cómo elementos decorativos propios de esta cultura, como los torques, o materiales encontrados en las excavaciones de los castros, también aparecen en toda Europa, a miles de quilómetros. Por tanto, los galaicos no conforman una civilización perdida frente al Atlántico, sino que estaba conectada con el resto del continente. De hecho, se observa por los restos encontrados cómo los castros de la costa comercian con pueblos del Mediterráneo, mientras que en los del interior hay una cultura castrexa más tosca, debido a la menor influencia de pueblos más avanzados en su desarrollo técnico.
Galicia, un relato no mundo ayuda a ver Galicia desde los ojos de los habitantes de otras tierras. En otras latitudes identifican a los gallegos, primero a través de las enseñas de los escudos de los castrexos, como el del Guerreiro do Lesenho. El emblema aparece en el templo romano del Sebasteion das Afrodisias en Turquía, la referencia de Gallaecia más alejada en el Imperio Romano, reconstruido mediante la realidad aumentada; después, en la Edad Media, donde la Torre de Hércules y la Catedral de Santiago sirven para colocar a Galicia en los mapas. Los magníficos libros extranjeros muestran estos símbolos como propios de ese lugar; de hecho, se expone por primera vez en Galicia el Libro de las Invasiones, que contiene la mención más antigua del mito que narra cómo Breogán vio Irlanda desde la Torre de Brigantia, posteriormente conocida como la Torre de Hércules.
También es interesante observar cómo aparece en los mapas el concepto del Finisterre, del fin del mundo: hay una carta de los puertos del Mediterráneo donde se mencionan todos los lugares costeros desde Palestina hasta el último punto, Finisterre. Ese es el punto donde cambian las corrientes, donde acaban las navegaciones tranquilas por mar. Es el comienzo de lo desconocido, en las aguas atlánticas.
Galicia, un relato no mundo ha servido para traer algunos increíbles tesoros documentales elaborados en Galicia. Por ejemplo, la Biblia Kennicott de la Universidad de Oxford, de 1476. Los judíos de A Coruña concibieron esta espectacular joya bibliográfica unos años antes de la expulsión de los miembros de esta religión en 1492 por parte de los Reyes Católicos. La riqueza necesaria para crear un libro de esta magnitud podría ser comparable a la de patrocinar una pequeña iglesia. El libro atestigua la pujanza económica que tenían las comunidades judías gallegas, incluso después de los terribles pogromos de 1391 que habían diezmado las juderías hispanas.
Galicia, de la Edad Moderna a la emigración
Cuando en la Edad Moderna el Atlántico conecta Europa con el Nuevo Mundo, Galicia, a pesar de su situación, ve como el tráfico hacia América se dirige por Andalucía. Además, el Camino de Santiago, la conexión interior con Europa durante la época medieval, decae. Sin embargo, en la exposición se atestigua que el mundo más alejado de Galicia continúa llegando a la comunidad, a través de gran número de objetos de gran calidad: hay unas telas de Asia Central, una escultura de San Marcos de Corcubión, de hechura indudablemente veneciana…Y hay nobles gallegos, como el Conde de Gondomar o los de Lemos, que llevan a sus casas de origen un patrimonio bibliográfico y artístico atesorado por toda Europa.
Otro de los puntos fuertes de la exposición está en la relación de la emigración europea y americana con Galicia. Además de enviar capital y productos de consumo de la última moda, los emigrantes también se encargaron de producir y conservar el patrimonio inmaterial gallego, como las canciones populares en las nuevas discográficas. Siguiendo esta vocación de guardar la memoria local, incluso se encargan de acoger las obras que no fueron bien toleradas en España, como la inmensa Santa de Asorey.
El escultor de Cambados presentó esta pieza en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1926. La pieza de Santa fue recibida con escándalo, ya que se trataba de una imagen muy alejada de una mujer rural idealizada. Asorey mostró una mujer desnuda, ataviada con algunos elementos del trabajo en el campo, como el yugo de las vacas que soporta enérgicamente sobre sus hombros. Sin embargo, se puede identificar mejor que nunca a la auténtica matriarca gallega, con una fortaleza que la coloca como el centro de la economía de la casa. Santa es una auténtica superheroína como la que representan nuestras madres galaicas, nuestras abuelas y la vecina de la aldea que trabaja cada día su trocito de campo.
Las nuevas tecnologías de la exposición del Gaiás
Por último, cabe mencionar el excelente uso de las nuevas tecnologías para ilustrar el relato de cada sección. Así, hay muchos elementos interactivos como los que recrean los mapas medievales para completarlos con identificaciones más claras de los lugares; pantallas con mapas que reaccionan a tiempo real, que remiten a la estética de videojuegos de estrategia; o la realidad virtual para meterse en la cubierta de un trasatlántico que parte hacia América.
En resumen, Galicia, un relato no mundo construye la imagen gallega a través de la mirada desde fuera, la de propios emigrados y la de extraños que se han fijado en los detalles más característicos, hasta elevarlos a la dimensión de mitos. Porque la universalidad, en la que se atraviesan fronteras y se conectan países y gentes, también forma parte de la Historia de Galicia. Así lo certifica la selección de obras llegadas de todo el mundo para la exposición de la Cidade da Cultura de Santiago de Compostela.
Galicia, un relato no mundo estará en la Cidade da Cultura de Santiago de Compostela hasta el 12 de abril de 2020