La censura de Facebook contra la difusión del arte de Canova
La Gypsotheca y Museo Canova de Possagno alberga los bocetos en yeso y las obras en mármol del maestro de la escultura del Neoclasicismo Antonio Canova. Miles de visitantes acuden allí para ver piezas tan famosas como Eros y Psique o Las Tres Gracias, presentes desde siempre en los manuales de Historia del Arte. Pero parece que Facebook e Instagram tiene un problema para mostrarlas en sus redes sociales: el algoritmo interpreta estas esculturas de desnudos como pornografía.
A comienzos de setiembre saltó la polémica entre el Museo y la red social de Marc Zuckerberg. Al considerar pornográfica una estatua neoclásica de Antonio Canova, la institución italiana pasó a la acción: comunicó en sus perfiles de Instagram y Facebook que “no podemos promover nuestras actividades para las Jornadas Europeas de Patrimonio porque la imagen de una Venus pintada por el artista “contiene desnudos o porciones de piel excesivas””. Las imágenes que acompañaban a estas publicaciones eran algunos de los icónicos desnudos de Canova, con los genitales cubiertos de letreros con frases como “Una mano no bastará para cubrirte” o “No estoy desnudo, soy perfecto”. Por último, se escogió para esta campaña la etiqueta #FreeAntonioCanova y #AntonioCanova.
Sin embargo, la queja no quedó allí. El presidente de la Fundación Antonio Canova, el crítico de arte Vittorio Sgarbi también protestó, afirmando que es inaceptable que se deje en manos de un algoritmo la división entre arte y pornografía. Y anunció acciones legales contra Facebook e Instagram, pidiendo una indemnización por los daños causados, ya que no pueden mostrar las imágenes desnudas de las estatuas neoclásicas para anunciar sus actividades. El alcalde de Possagno, consciente de todo lo que aporta el Museo de Canova a su ciudad, apoya totalmente al presidente de la Fundación.
Este caso plantea un nuevo aspecto de la censura que todavía no habíamos observado. Si hasta entonces hablábamos de que la retirada de estas imágenes supuestamente polémicas va contra la libertad, peca de mojigatería o adolece de cierta educación estética o artística, ahora se habla desde una perspectiva de negocio. Porque si no se puede mostrar desnudos artísticos en una red que censura pezones y órganos sexuales (por mucho que formen parte de pinturas o estatuas), se está perdiendo una clara posibilidad de llegar a una audiencia mediante las publicaciones habituales en redes o por medio de la publicidad. Y, claro, afecta a la llegada de nuevos visitantes al museo o hace que no llegue la información de las actividades.
Cuando fue el centenario de Egon Schiele, los anuncios en el metro de Londres o Berlín con sus cuadros de poses abiertas no se admitieron. Así que hubo que crear una campaña especial, subrayando lo “demasiado atrevido para hoy” de las obras de Egon Schiele, incluso cien años después.
Sin embargo, la creatividad de la publicidad no debería de venir del hecho de que se censure un pezón de una estatua, o porque un grupo escultórico está desnudo, con un gesto amoroso acuerdo a la temática representada. Este tipo de censura de algoritmo provoca que haya un tipo de arte y artistas que compita con otros en desigualdad de condiciones. Es más, el robot relaciona la etiqueta utilizada en la imagen que ha censurado -#AntonioCanova- con la pornografía y, cuando la vuelve a encontrar, ya está advertida de que ese contenido puede ser censurable de nuevo. Por tanto, es más difícil colgar en Facebook una fotografía con la obra de Antonio Canova que la de otro artista que no despierte los criterios sobre pornografía de Marc Zuckerberg.
Si Facebook quisiera solucionar estas polémicas que se repiten periódicamente con museos y artistas, no debería dejar la cuestión de la pornografía en manos únicamente del algoritmo. Facebook explica que este robot funciona como el cortafuegos para controlar que no se cuela contenido sexual dentro de páginas y perfiles: identificando pezones femeninos (considerados un órgano sexual por muchas sociedades) y los genitales de mujeres y hombres. Ya existen centenares de moderadores que trabajan en la identificación de contenidos violentos y de noticias falsas, incluso utilizando algoritmos diseñados para el caso. ¿Por qué no pueden trabajar también discerniendo si se tratan de obras de arte o escenas de pornografía?
Con todo, y sin esperar ninguna reacción por parte de Facebook para evitar las censuras incorrectas, el Museo Canova se suma ya a una lista de agravios de obras históricas con desnudos artísticos. La primera de todas, tomando como referencia la línea de tiempo de la Historia del Arte, es la Venus de Willendorf.
Eso sí, la queja de la institución cultural por la pérdida de posibles ingresos al no poder hacer publicidad ni comunicaciones introduce un factor interesante que, a la larga y si se repite, quizás sí pueda hacer cambiar las manera de hacer del algoritmo.