Videoclips musicales en museos
La semana pasada se estrenó el nuevo vídeo de la canción Maravilloso del grupo indie barcelonés Sidonie. El tema canta irónicamente a las dificultades de vivir en una urbe como Barcelona, con problemas como la subida del precio de los alquileres, la invasión turística y la gentrificación. El grupo aparece en las emblemáticas piscinas Picornell, con una de las mejores vistas de Barcelona, pero también en la Casa Vicens, la primera casa de Antoni Gaudí que abrió sus puertas hace menos de un año. Según explican desde esta institución, el grupo grabó el videoclip en horas de visita y sin cerrar en exclusiva la Casa Vicens, pero a una hora de baja afluencia para afectar lo menos posible al público.
En este caso, el patrimonio modernista de la Casa Vicens se utilizó como un bello decorado para el videoclip de Sidonie. Hace meses Beyoncé y su marido Jay-Z presentaron el famoso videoclip Apeshit de Beyoncé y su marido Jay-Z grabado en el Museo del Louvre. Pasado un tiempo, esta creación audiovisual de los Carter-Knowles merece un análisis.
No era la primera vez que las cámaras pasan a grabar por el interior de la pinacoteca. En 1964 Jean Luc Godard filmó su película Bande à part. Sus tres protagonistas corrían de un lado a otro del Louvre en una famosa escena que fue imitada en 2003 por Dreamers del film homónimo de Bernardo Bertolucci. Pero las escenas más recordadas son las que aparecen en la película de El código da Vinci de 2006 basada en el famoso best seller de Dan Brown. Aquí el Louvre aprovechó este fenómeno literario y cinematográfico para lanzar al mundo sus salas, como una auténtica estrategia publicitaria gratuita en la que, además, consiguió un buen pago por el rodaje en su interior manteniendo el museo cerrado al público.
Volvamos al videoclip de Beyoncé en el Museo del Louvre. En él el matrimonio Carter rapea delante de las pinturas y esculturas de la institución parisina en un extraordinario ejercicio audiovisual. Se suceden coreografías de bailarines que imitan las escenas de los grandes cuadros, aparecen actores que interactúan en otras zonas del museo, como las taquillas para guardar las pertenencias personales o los baños. Algunos fragmentos de cuadros sirven para enlazar las secuencias y ofrecer una fuerza expresiva extra.
Según han relatado los medios, el matrimonio de intérpretes creó su propio guión. Los periodistas han intentado explicar el videoclip, escudriñando la letra de la canción, las poses y las imágenes de las obras de arte del Museo del Louvre. Todos coinciden en un punto: el del empoderamiento de Beyoncé y su pareja, autocoronados como iconos de la música; pero también, desde una perspectiva racial, sus mediáticas figuras se elevan sobre el tradicional imaginario de las poderosas personas blancas que aparecen en los cuadros.
Particularmente, no me gusta la acción de Beyoncé en el Museo del Louvre. Todo museo público, a través de su colección, tiene que explicarse a sí mismo y establecer lazos con la sociedad a la que sirve, y cuantas más lecturas internas y externas estimule, mejor. Así lo hace el propio Museo del Louvre invitando a youtubers para que hagan nuevas observaciones de interés sobre la pinacoteca parisina. Lo que no se debe permitir es ofrecer una institución museística como escaparate a la medida de una diva, para que ésta lo ponga a su servicio. El museo se reduce a una colección de imágenes que ilustran la poderosa personalidad de Beyoncé, llegando a permitir juegos de focos y efectos de luces de discoteca ante obras tan emblemáticas como la Venus de Milo.
El Louvre prefirió inclinarse por la fama y el dinero. Además de cobrar por la realización del vídeo, podemos descubrir las piezas que salen en el video musical Apeshit en un recorrido ideado por la pinacoteca francesa, al igual que existe la ruta Código da Vinci en la que se recopilan las obras de esta película protagonizada por Tom Hanks.
Entonces, ¿un museo no puede hacer ningún tipo de acción similar? Por supuesto que puede, mientras se mantenga al menos una imagen neutra, casi como decorado, como sucede en el vídeo de los Sidonie en la Casa Vicens. En cualquier caso, tiene que ser la institución la que sea la protagonista, la que controle qué quiere hacer de su museo o lugar patrimonial. El gran ejemplo en España, con motivo del 80 aniversario del Gernika de Pablo Picasso, se creó el proyecto Suena Guernica: el Museo Nacional Reina Sofía de Madrid y la cadena musical pública Radio 3 programaron conciertos privados delante del cuadro de Picasso, de los que se grabaría un videoclip. La calidad de las actuaciones, la excelente selección de artistas y canciones, el respeto a la institución y al cuadro y el trabajo de realizadores pusieron a Suena Guernica como un buen ejemplo de cómo se puede sacar partido de la música dentro del museo, con videoclip incluido.
No nos dejemos fascinar por el brillo de las divas musicales y ayudemos a que sean los museos los que emitan una luz propia y protagonista.