¿Un perfil institucional en redes para el ministro de Cultura?

Es una de las noticias de la semana en nuestro ámbito cultural: el nuevo gobierno recupera el Ministerio de Cultura y pone al frente al mediático periodista y escritor Màxim Huerta. Algunas cabeceras ya lo han denominado el «influencer» del nuevo gobierno. Todavía es demasiado pronto para valorar su trabajo al frente de la institución, pero sí que se está juzgando la idoneidad de la persona a través de sus publicaciones en redes sociales: que si no le gusta el deporte, que si un día afirmó que quería ser ministro, que si no entendía las reglas del fútbol…En su primera intervención como ministro Màxim Huerta aprovechó para explicar alguna de sus publicaciones.

Foto del Instagram de Màxim Huerta del 7 de junio

Esta revisión de los pasados tuiteros de cada uno se encuadra en una realidad de la política de nuestros días: los cargos políticos se someten a una tremenda presión mediática y ciudadana antes de jurar su nuevo emplazamiento. Si han tenido una actividad regular en sus perfiles de Twitter, Facebook, etc., seguro que hay una opinión que puede ser utilizada por la oposición política y mediática en contra del nuevo ocupante de una plaza pública y de quien le ha designado allí. En España se están acumulando bastantes ejemplos de tuits que se estallan -con razón o sin ella- contra los políticos y ya hay equipos de investigación de tuits antiguos que hagan caer a los servidores de lo público.

Se debe de reflexionar entonces acerca de un asunto que a menudo se pasa por alto: ¿qué hacemos con los perfiles de redes sociales de las personas que ocupan un cargo de tan alto rango como el de ministro o presidente? ¿Basta con que cambien la biografía de sus perfiles y que continúen publicando en referencia a las tareas profesionales que acarrea la institución, amén de sus habituales publicaciones de tipo personal? ¿O se debe abrir un perfil nuevo, dedicado al representante de cada cartera? En caso afirmativo, ¿tiene que ser un perfil institucional individualizado para cada ministro? ¿O hay que hacer uno para cada persona y cargo, que pueda convertirse en perfil de ex-ministro en cuanto acabe su servicio?

En la política española más reciente no se ha creado ningún perfil exclusivo para presidente o ministros. Lo habitual era que desde los perfiles de los ministerios se retuiteasen las publicaciones de sus ocupantes en una mezcla de información y autobombo. Otros países sí que han diseñado un perfil para un cargo: destaca el de President of the USA en forma del perfil @potus, ocupado ahora por Donald Trump, que en paralelo mantiene muy activa su cuenta personal. En este caso, las publicaciones de Barak Obama (quien también manejaba sus perfiles personales además del institucional y al que le queda todavía un perfil oficial de ex-presidente) fueron eliminadas con la llegada del nuevo presidente. Otro de los casos emblemáticos de jefe de estado con cuenta heredada es el de @pontifex, que estrenó en su día Benedicto XVI y que hoy utiliza Francisco.

En el mundo de la cultura de España ya hay un cargo institucional con perfil propio: el de @BNE_directora para la Biblioteca Nacional de España. No sé si esta cuenta será reutilizada por la próxima inquilina de este despacho.

Perfil en Twitter de la Directora de la BNE

Desde mi punto de vista, la apertura de un perfil independiente en redes sociales para el próximo ministro de Cultura alejaría la figura de la persona de su cargo institucional, protegiendo el ministerio y su máximo representante de una primera crisis de reputación. Por supuesto, sería una excelente oportunidad para ofrecer visibilidad a las acciones que van en la agenda de un ministro de Cultura: visita a exposiciones, museos y atractivos patrimoniales, asistencia a estrenos y galas cinematográficas, presencia en actos literarios…Todos son eventos a priori más atractivos de publicar que los de otros ministerios más “grises” que se centran más en ajustes presupuestarios o revisión de leyes. Por último, la cuenta oficial del ministro Màxim Huerta podría interactuar con las instituciones y profesionales de la cultura -y del deporte- que tienen presencia en las redes sociales.

¿Qué os parece a vosotrxs? ¿Se debería aprovechar que el Ministro de Cultura Màxim Huerta es un conocedor de las redes sociales para que cree un perfil independiente? ¿O debe continuar con la labor en la comunicación de sus predecesores y aprovechar el tirón de su perfil?

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