Los caminos de la abstracción en La Pedrera
Los caminos de la abstracción (1957-1978) es la nueva exposición que presenta la Fundació Catalunya La Pedrera en la primera planta de la famosa Casa Milà. Entre las formas orgánicas de los techos y las columnas pétreas diseñadas por la mente de Antoni Gaudí cuelgan una selección de 40 obras provenientes del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca.
Esta muestra surge de la colaboración de la Fundació La Pedrera con la Fundación Juan March, que se dedica a gestionar la importante institución museística de la ciudad conquense.
Imagen de la página de facebook de La Pedrera – Casa Milà
El arte español en el contexto europeo y mundial
La exposición de Los caminos de la abstracción se ordena en diferentes ámbitos en los que se desarrolló la pintura más vanguardista de España en la época. Pero, desde la primera sala, los comisarios XX se han encargado de dotar a estas producciones artísticas de un contexto histórico y artístico.
En este sentido, una de las primeras salas está ocupada por cuadros que representan cuál era el arte dominante en Europa y en Estados Unidos. Por un lado, la obra de Dubufet y Wols; por otro, el expresionismo americano representado por Lee Krasner y Jackson Pollock.
En este recorrido expositivo por la abstracción se ha apostado por mostrar obras de los mejores artistas internacionales de las décadas centrales del siglo XX, que se colocan en paralelo a las de los artistas españoles. Así se demuestra que los grandes creadores de España estaban al tanto de lo que se hacía en la primera línea de la pintura mundial, a pesar de llegar a soluciones pictóricas propias.
El influjo del arte americano en la abstracción
El contexto histórico es importante para entender el porqué de las fechas señaladas en la exposición. A pesar de que España estaba en una dura dictadura, en 1953 se salía de la autarquía y el gobierno de Franco se abría tímidamente al contexto internacional con la firma del establecimiento de las bases de los Estados Unidos en España. Poco a poco aparecía una minoría de artistas y creadores nacionales que aprovechaban este pequeño puente con la primera potencia occidental y con otros países europeos para igualarse a lo que se hacía internacionalmente.
Sólo así podemos entender cómo nacen en 1957 los grupos Equipo 57 y El Paso. Algunos de los miembros de este último grupo, como Antonio Saura tienen una pintura gestual que se podría relacionar con la pincelada del expresionismo abstracto americano. También había otros autores, como Manolo Millares, que se relacionaban con el informalismo con su apreciación de la materia del cuadro, incluyendo el lienzo y el bastidor.
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El Museo de Arte Abstracto de Cuenca y la repercusión internacional
Esta exposición no podría ser posible sin la existencia del Museo de Arte Abstracto de Cuenca. La institución se creó en 1966 gracias al tesón del pintor y coleccionista Fernando Zóbel.
El Museo se convirtió en un centro impulsor de cultura, más allá de que fue adquiriendo las obras de los artistas contemporáneos españoles que estaban trabajando en la abstracción. Así, también apostó por la creación de obra gráfica, que era muy fácil de exportar fuera de España, mucho más que los cuadros de gran formato.
Además, el Museo de Arte Abstracto de Cuenca se convirtió en un lugar de referencia para los artistas extranjeros. Porque hoy existen muchos museos y centros de arte contemporáneo en toda España, pero durante dos décadas esta institución era la única que colocaba el arte español de vanguardia en el mapa internacional.
Las diferentes formas de abstracción
En la exposición de Los caminos de la abstracción en La Fundación Catalunya La Pedrera se exhiben las diversas maneras de llegar a la abstracción. Así, en un primer momento se aprecian los cuadros relacionados con el informalismo de los años 50, con Tàpies, Modest Cuixart o Ràfols Casamada.
Otra vía es la abstracción geométrica representada por el Equipo 57 y sus obras colectivas, grupales, conectadas con la vanguardia del constructivismo.
También existe la experimentación hacia la abstracción óptica-cinética, con una extraordinaria obra de Eusebio Sempere que se puede tocar por el espectador para activar su movimiento ante nuestros ojos.
Y, cómo no, existe una abstracción en la que la gestualidad de la pintura es la que domina el lienzo, donde el gran maestro fue Antonio Saura.
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La experimentación formal de los caminos de la abstracción
La exposición de Los caminos de la abstracción es un canto a la experimentación, como se puede ver a lo largo de las salas. Se aprecia cómo los artistas han trabajado en diferentes vías: con la manipulación de la escultura metálica en el caso de Martín Chirino; con la pintura directa y expresiva como hace Luis Feito; con la comprensión de los equilibrios del material escultórico, como muestra Chillida; con la desaparición del paisaje entre las formas de los colores, como demuestra Esteban Vicente; o trabajando con una única gama cromática a la que sacar todo el partido, como hacen Joan Hernández Pijuan o Eva Lootz.
Por último, también hay un lugar en el que el arte se cruza con las máquinas. En 1966 la compañía tecnológica IBM creó el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid. Allí también trabajaron artistas para buscar nuevas experiencias creativas. Estos desarrollos matemáticos se trasladoron después al lienzo, como sucede en la obra de Alexanco.
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La exposición expandida del arte abstracto
La exposición de Los caminos de la abstracción no termina en la contemplación de los últimos cuadros colgados en la Casa Milá.
Al contrario, para esta exposición se ha contado con diversas instituciones culturales de Barcelona para crear actividades conjuntas en torno la abstracción y la época de la segunda mitad del siglo XX en la que se desarrolla la muestra. Y no sólo habrá arte en la Fundació Tàpies o la Fundació Suñol, ya que se extenderá por la disciplina de la fotografía en Foto Colectania, por el cine en la Filmoteca de Catalunya o por la música en el Gran Teatre del Liceu.
La exposición Los caminos de la abstracción demuestra que el arte abstracto es tan variado como emocionante. El espectador se puede angustiar ante los gritos de la gigantesca pintura de Antonio Saura, pero también puede contemplar el enorme cuadro de Rothko del final como si se tratara de un icono cromático en el que perderse.
Los caminos de la abstracción, 1957-1978. Diálogos con el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca. Hasta el 15 de enero en La Pedrera Casa Milà.
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