La reivindicación de la pintura al pastel en la Fundación Mapfre de Barcelona

En el siglo XIX, las Academias de Bellas Artes marcaron las pautas del arte. La calidad de un pintor, por ejemplo, se medía según su capacidad para crear un cuadro del género de Historia, ya fuera mitológica, bíblica o escenas de sucesos históricos. Además, esta obra tenía que ser de gran formato y ejecutado con el óleo sobre lienzo.

1. La pintura al pastel, una técnica olvidada
2. La explosión de la técnica del pastel a final de siglo XIX

Cristóbal Colón muerto en prisión”. Charles-Laurent Maréchal

En la nueva exposición de la Fundación Mapfre de Barcelona, en la primera sala de la Casa Garriga Nogués, se nos presenta un cuadro de buenas dimensiones (178×218 cm) titulado “Cristóbal Colón muerto en prisión”. Charles-Laurent Maréchal pintó en 1857 esta escena en la que se recrea al almirante en su celda de la cárcel de Valladolid, de cuerpo entero, con las manos en posición de rezo. Vemos las cadenas con los grilletes abiertos: seguro que se los han quitado ante la eminencia de su muerte. Si no ha acabado de fallecer hace segundos, permanece esperando la muerte, confortado por la unción de los sacramentos, ya que hay un hisopo a su lado. Al otro, están los documentos que certifican su condición de Almirante, cuyos privilegios reclamó hasta sus últimos días.

El cuadro de Maréchal sobre Colón constituye toda una declaración de intenciones.  Sin duda, se trata de un cuadro de Historia. Sin embargo, está realizado con pastel, que es una técnica considerada menor. La estrella de los materiales para pintar era el óleo, los demás utensilios y técnicas (dibujo, pastel) se utilizaban para los apuntes preparatorios que necesitaba la obra final. Y Maréchal está diciendo a sus contemporáneos académicos: se puede hacer pintura académica con otros materiales, yo soy capaz de ejecutar una obra admirable sin recurrir al óleo.

La pintura al pastel, una técnica olvidada

La exposición de la Fundación Mapfre de Barcelona “Tocar el color. La renovación del pastel examina la capacidad de este material, esta técnica, para tener su propio espacio en la creación artística. Para la muestra se inició una investigación para encontrar entre más de 70 colecciones públicas y privadas, las piezas en pastel de unos 70 autores. Algunos de estos cuadros nunca se habían expuesto, ya que no habían merecido la atención de otros comisarios hasta ahora. Además, la técnica obliga a que estas piezas sigan unos extraordinarios criterios de conservación, por lo que suelen estar más tiempo en los almacenes que expuestos en salas.

La exposición de Barcelona nos lleva de manera cronológica por la Historia del Arte desde el siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Aunque el pastel ya se conocía desde el Renacimiento, la Revolución Industrial permite la creación de barras de pastel más baratas y con nuevos pigmentos. Así es comprensible esta explosión del uso de esta técnica en la época decimonónica.

En las primeras salas, nos encontramos con la idea de pastel más conocida por el gran público: por un lado, obras inspiradas en modelos del rococó; por otro, cuadros realizados por mujeres. Los colores delicados se asociaban al último barroco, donde el pastel conoció una primera edad de oro. Los artistas de final del siglo XIX y comienzos de siglo XX evocaron esta época, con escenas que recuerdan a Fragonard o Watteau, como “La serenata” de Jules Chéret, de 1912.

Jules Chéret La Sérénade, 1912 [La serenata]
Musée des Beaux-Arts Jules Chéret, Niza.

En cuanto al pastel como técnica asociada con las mujeres, fueron más algunos críticos que iniciaron este vínculo, de manera negativa. La gracilidad, la suavidad, la delicadeza que se relacionaba con el pastel, se hacía también con las mujeres, aunque se olvidaban de que muchos artistas masculinos también utilizaban el pastel. En la exposición de “Tocar el color” de la Fundación Mapfre hay un espacio para la creación de estas enormes mujeres artistas, con obras tan espectaculares como “Niña leyendo” de Berthe Morisot o “El gato negro” de Louise De Hem, c. 1902, en las que hay un impresionante dominio de la técnica y sus recursos.

Berthe Morisot, Jeune fille lisant de la Bemberg Fondation de Toulouse

La explosión de la técnica del pastel a final de siglo XIX

Pasado este inicio de las obras más “reconocibles” del pastel, comienzan las sorpresas positivas. Este material aguanta absolutamente todos los géneros y estilos. La historia, el paisaje (por el que pasan Delacroix, Monet, Boudin), el retrato, las escenas intimistas…nada escapaba al color del pastel.

En Francia, que era el país donde más se había cultivado el pastel, se formó la Sociedad de Pastelistas Franceses en 1885. Su idea es la de elevar la categoría del pastel y demostrar que es una técnica difícil de dominar: depende mucho del soporte y las pinceladas apenas admiten correcciones, con unas barras de color que pierden material al dibujar, cambiando así la forma de la herramienta. Además, la forma de aplicar el pastel, colocado entre los dedos del artista, permite descubrir cada movimiento directo del autor, ofreciendo más verdad que con técnicas como el óleo.

Otro de los grandes éxitos de la Sociedad fue la de llevar el pastel a los países del entorno de Francia: Bélgica, Inglaterra, Alemania, Italia…incluso Estados Unidos: los artistas utilizaban el pastel como material final, no sólo para el boceto inicial.

Pierre-Auguste Renoir, Portrait de jeune fille, 1879
Bemberg Fondation Toulouse

Aunque sin duda los trabajos que encumbraron el pastel a una escala de calidad mayor vienen a partir del Impresionismo. Los trazos de color puro de las ceras ofrecían exactamente esa exaltación cromática de la obra de los impresionistas. Lo vemos en Degas con sus retratos y escenas de caballos, en Manet con sus paisajes y sobre todo en Renoir, que elabora retratos de calidad como “El palco” (1879) junto con otros más discutibles.

En torno a 1900, el pastel se mueve entre las manos de los simbolistas y los nabis: por un lado, tenemos los efectos de color difuminado, formando escenas casi con una niebla interna, como sucede en “Mujer azul” de Édouard Vuillard; por otro lado, la fuerza de los colores que avivan los cuadros de flores de Odilon Redon, como “Perfil bajo un arco” (c. 1905).

Fernand Khnopff
«Diffidence», 1893, Peter y Renate Nahum

Por último, todas las vanguardias pasan por el pastel. Si todos los artistas están deseando experimentar con materiales y técnicas, el pastel no va a estar alejado de sus dedos. Picasso, Miró, Theo Van Doesburg, Gino Severini…todos utilizan estos colores en sus trabajos, siguiendo las teorías de cada estilo artístico o la propia libertad de creación.

Gino Severini. Ritratto di Madame S. [Retrato de Madame S.], 1913-1915

Con todo, la exposición de “Tocar el color” de la Fundación Mapfre de Barcelona devuelve la diginidad al pastel y lo reaviva: a partir de una técnica que muchos consideran menor, se ha creado un recorrido de 150 años en los que se demuestra que el pastel también puede competir en primera fila.

Odilon Redon, Profil sous une arche (ca. 1905)

“Tocar el color. La renovación del pastel”. En la Fundación Mapfre de Barcelona, hasta el 5 de enero de 2020


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