Instituciones culturales y series de televisión

Desde hace unos años vivimos la edad de oro de las series. La calidad en los guiones, en la construcción de personajes y en la reproducción de momentos históricos y lugares es todo un hito en la historia del género. Además, estos productos audiovisuales han saltado de la tradicional parrilla de televisión a todas las pantallas que rodean nuestra existencia actual.

Si las series están en boca de todos y son un producto de consumo habitual de los ciudadanos, ¿por qué no se van a aprovechar los museos e instituciones culturales de ello? No, no me estoy refiriendo a que abran sus salas a las grandes superproducciones de los mayores fenómenos mediáticos, que funcionan como un interesante cebo para acercar los museos a nuevos visitantes. Estoy hablando de la posibilidad de que el museo se sume a la moda de las series para presentar los contenidos que atesora. Si el público está viendo en sus casas series ambientadas en diferentes épocas, ¿por qué no los archivos, bibliotecas y museos no van a poder ilustrar estos momentos históricos de las ficciones con los contenidos que atesoran dentro de sus colecciones?

El caso más paradigmático es el de la serie de TVE El Ministerio del Tiempo, aunque algo se había intuido con la serie Victor Ros. Los fieles seguidores ministéricos esperaban las andanzas de la patrulla de agentes por varios acontecimientos de la historia de España. Los guionistas se valían de personajes y hechos históricos identificables por la mayor parte de los espectadores, con guiños al público más especializado en la materia.

Archivos de la Inquisición de los Archivos Estatales

Durante las tres temporadas en las que se emitió en televisión, algunas instituciones culturales explotaron el hecho de que se retransmitiese una serie histórica en horario de máxima audiencia. Utilizando las etiquetas de cada capítulo –que se convertían en Trending Topic cada noche– iban introduciendo los contenidos de sus colecciones a través de los perfiles de Twitter de la institución. A la cabeza de todos los organismos culturales estaba la Biblioteca Nacional de España, seguida por los Archivos Estatales, el Museo de la Evolución Humana o el Museo del Romanticismo.

Los museos deberían de estar atentos a la retransmisión de este tipo de ficciones por las siguientes razones:

  • Ofrece una publicidad gratuita a la institución e incluso a sus exposiciones temporales
  • Permite mostrar contenidos de las colecciones de la institución relacionados con el argumento de cada capítulo
  • Se llega a un público más amplio y en ocasiones menos cercano al museo, como explicaron desde la BNE en esta conferencia.
  • Facilita la conversación con los internautas para así conocer sus opiniones y comentarios sobre las piezas de los catálogos de las instituciones.

Por supuesto, lo ideal sería que esta audiencia online, con su impacto virtual, se trasladase a un aumento en el número de visitantes a los museos, bibliotecas y archivos. Con todo, hay que reconocer que el auge de seres históricas o de inspiración histórica ha despertado cierto interés de la sociedad que quiere conocer el patrimonio que le rodea.

Miguelón comentando El ministerio del Tiempo en Twitter

Por otro lado, ¿se podrían establecer a partir de aquí alianzas entre instituciones culturales y productoras audiovisuales? Sé que en las reconstrucciones históricas se pide el asesoramiento de los profesionales, para que las escenas estén dotadas de verosimilitud pero, ¿por qué no hacer un lanzamiento de un producto audiovisual en paralelo a la presentación de los contenidos de la propia entidad cultural? ¿Por qué no se pueden aprovechar ambos organismos en la búsqueda de un beneficio? O lo que es lo mismo: un sello de calidad de la serie o la película en cuanto a la idoneidad de su ambientación histórica; y un altavoz para la institución cultural para llegar así a nuevos usuarios. Sería espectacular que funcionase esta cadena:

  • Al público le interesa un tema histórico porque lo ha visto en una serie
  • La institución cultural responde a esa época histórica exponiendo sus contenidos propios en sus perfiles de redes sociales
  • El público visita físicamente el museo
  • Se crea un público que quiere conocer más la historia
  • Se atiende a una creciente demanda: los productores diseñan nuevas series históricas, los profesionales del museo hacen lo propio con nuevas exposiciones o al menos nuevas lecturas y recorridos de las obras expuestas habitualmente

En resumen, el binomio de series de televisión históricas e instituciones culturales debería explotarse mucho más de lo que se hace actualmente. Y las redes sociales son la herramienta perfecta para llegar a nuevos públicos que todavía no conocen las múltiples ofertas culturales del museo.


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