Ifni, el fin del colonialismo español, en el Museu Etnològic i de Cultures del Món
La pérdida del enorme imperio español en el continente americano en la década de 1820 provocó una reacción político estratégica por parte de los gobiernos de la segunda mitad de siglo XIX. Quedaban como huellas del antiguo imperio en el que no se ponía el sol algunas islas, como Puerto Rico, Filipinas o Cuba, pero había que conquistar nuevos territorios para poder reverdecer los viejos laureles. Además, se había entrado en una escalada colonial entre los estados europeos, modernizados gracias a la industrialización y seguros de poder acceder con facilidad a territorios en África y Asia para encontrar materias primas y mercados. España, por tanto, también se jugaba su prestigio internacional.
En 1859 y 1860 se produce la Primera Guerra de Marruecos, en la que España responde a los continuos ataques marroquíes sobre Ceuta y Melilla, aprovechando para ocupar Tetuán y varios territorios más. Mariano Fortuny ilustró la batalla de Tetuán en un inmenso lienzo que se conserva en el Museu Nacional d’Art de Catalunya, realizado entre 1863 y 1873. Después de esta victoria, España pudo entrar en las negociaciones de reparto por Marruecos, que se dividió entre nuestro país y Francia. Sin embargo, la presencia de España en el norte de África presenta un balance más negativo que positivo: los ejércitos sufrieron algunas derrotas dolorosas, como el desastre de Annual; eran unos territorios muy costosos de mantener por su climatología dura y por la escasez de recursos propios, incluidos las materias extractivas; y además fue el alimento de una clase militar que vivió de la guerra y supo aprovechar esta experiencia bélica en el bando nacional de la Guerra Civil española, acompañados de la presencia de la temida guardia mora.
Aún así, conviene revisar qué fue de los ciudadanos que tuvieron que vivir esos conflictos coloniales: muchos de ellos eran jóvenes que cumplían un servicio militar en medio de una guerra a la que probablemente no se habrían apuntado. Este es el punto de partida de la exposición «Ifni: La mili de los catalanes en África» en el Museu de les Cultures del Món, que pudimos visitar gracias a una convocatoria de bloggers de la mano de su comisario, el profesor de Antropología Social Alberto López Bargados. En la muestra se expone cómo era la situación de este pequeño enclave vecino a Marruecos en términos geográficos, sociales y militares. Marruecos había conseguido la independencia en 1956 con unas fronteras bien definidas; pero el Frente de Liberación de Marruecos, un ejército anticolonial ajeno al recién nacido reino, tenía la voluntad de crear un Gran Marruecos añadiendo otros lugares vecinos que quedaban fuera del joven país. Rabat no apoyaba oficialmente estas luchas, pero sí se acababa beneficiando de las presiones a los territorios, que terminaban en conquistas. Y uno de estos espacios de conflicto era el pequeño emplazamiento de Ifni, que fue una provincia española hasta 1969.
Ifni constituía un territorio costero muy poco aprovechable en términos estratégicos: en su corta línea de costa el calado era tan poco profundo que no se podía construir un puerto para fondear los grandes barcos militares. Hubo que levantar un enorme teleférico sobre el mar que permitía desembarcar desde las naves hasta los acantilados, que se estropeó en 2 años. Además, no había grandes recursos naturales para aprovechar. Pero había que defender el territorio, con lo cual, muchos jóvenes se tuvieron que convertir en aguerridos soldados a la fuerza, en un enclave que sería difícil de situar en el mapa. Por supuesto, el régimen franquista aprovechó el conflicto para alimentar la propaganda, a la que se sumaron las empresas del momento, que enviaban sus productos. En la exposición se ven cajas de bebida, carteles de películas, escenas del Nodo con Carmen Sevilla visitando a los soldados españoles siguiendo el modelo de Marilyn pasando lista a las tropas de Estados Unidos.
Las salas del Museu de les Cultures del Món nos llevan al día a día de los soldados. Durante los casi dos años que duraba la mili intentaban hacer una vida lo más normal posible dentro de un territorio en guerra. Hay recuerdos de revistas, reconstrucciones de tiendas de campaña, fotografías de soldados, fragmentos de piedras como recuerdos de la geología de Ifni…La mayor parte de los objetos expuestos vienen de la Asociación de Catalanes en Ifni: son personas que seguramente no hubieran querido vivir esas experiencias, pero han aprendido a valorar su estancia allí. Muchos de ellos han regresado varias veces a Ifni, han recuperado objetos del paso de otros soldados que han estado en Ifni como ellos. Y reivindican la memoria de su paso por allí, que no se olvide que ellos (y otros que ya no están) fueron protagonistas de este pequeño momento de la historia del país.
Conviene examinar el pasado de España, incluyendo aquellos momentos menos edificantes como país, como este recuerdo de guerra colonial dentro de una dictadura. Si las decisiones políticas y militares son criticables y discutibles, los ciudadanos que no tuvieron elección y que se convirtieron en protagonistas no son culpables de las acciones de los altos mandos militares. Y es en la capa más baja de responsabilidad en la que se encuentra el rasgo más humano, las vivencias del día a día de unos jóvenes obligados a hacer el servicio militar en medio de una guerra en la que no pintaban nada. Este es el aspecto fundamental de «Ifni. La mili de los catalanes en África»: recuperar la memoria de la gente que participó por obligación en estos momentos históricos, que han sido nuestros padres, nuestros abuelos y que, independientemente de su ideología, lucharon ante todo por su supervivencia. Pero también se expone la otra parte: la del ciudadano “conquistado”. En el caso de los de Ifni, piden un reconocimiento del estado español y del estado marroquí como una región con una historia diferente ligada a una antigua metrópoli. Su integración en Marruecos les hizo perder importancia e inversiones y periódicamente luchan por volver a ser protagonistas y defender un patrimonio cultural (quedan edificios que son propiedad de España, como en otros puntos del país marroquí) histórico y, por qué no, humano.
En conclusión, exposiciones como esta de Ifni son necesarias para revisar nuestra historia, con capítulos que todavía son muy desconocidos y que no están bien cerrados, quién sabe si interesadamente: ¿qué ha pasado con el Sahara? ¿Qué sucedió en Guinea Ecuatorial? ¿O antes en Cuba, Filipinas, Puerto Rico? En el caso del concepto de la hispanidad y su relación con lo barroco, a finales de 2010 y principios de 2011 se examinó con la excelente muestra de “El (d)efecto Barroco” en el CCCB de Barcelona. ¡Más exposiciones que hagan esta crítica constructiva a la historia de nuestro país, por favor!