El museo Hermitage de Barcelona y el lobby mediático

El Hermitage de Barcelona se está pareciendo al dinosaurio del microcuento de Monterroso: cuando despertó, el Hermitage todavía estaba allí.

Desde hace unos días, en cuanto se ha ido recuperando la vida tras la pandemia, con temas entre posibles y anecdóticos, la prensa local de Barcelona ha reactivado el proyecto de la sucursal del museo ruso en la ciudad condal. Todo ello a pesar de que en enero el ayuntamiento rechazó con cuatro informes técnicos la instalación de una sede.

Vayamos a la hemeroteca para ver cómo se ha informado desde la prensa en los últimos años.

En 2012 se comenzó a negociar la posibilidad de que el museo del Hermitage, uno de los más prestigiosos del mundo, abriera una subsede en Barcelona. Tras cuatro años de diálogo entre diversos agentes implicados, en 2016 empezó a materializarse un proyecto. El experto en museos Jorge Wagensberg, que contaba con muchos éxitos en la formulación de museos por todo el mundo, como el Cosmocaixa de Barcelona, sería el encargado de realizar el proyecto museográfico. Además, ocuparía la plaza de director del futuro Hermitage de Barcelona.

Museo Hermitage de San Petersburgo
Imagen de la Wikipedia

No obstante, el fallecimiento de Jorge Wagesnberg en marzo de 2018, todavía en medio de la definición inicial del diseño, no hizo si no afectar al Hermitage Barcelona. En ese momento se estaba observando varios edificios históricos cercanos al puerto de Barcelona para albergar el museo, así como otros terrenos del puerto a los que había que definir su uso cultural para poder edificar una nueva sede con la firma del prestigioso arquitecto japonés Toyo Ito.

Ya a finales de 2019 se adelantaba una posible negativa municipal al Hermitage. Anticipándose a esta resolución del ayuntamiento de Barcelona, la prensa presionaba con amenazas del director del Hermitage de San Petersburgo. Avisaba que la franquicia podía acabar en otra ciudad que acogiera el proyecto, en caso de que no se aprobase el equipamiento museístico en Barcelona.

Y así llegamos a enero de 2020. El consistorio de Barcelona emite su voto negativo basado en cuatro informes, elaborados por técnicos expertos en cada una de estas materias: movilidad, urbanismo, cultural y de viabilidad económica. Al mismo tiempo que rechazaban el Hermitage tal y como se estaba planteando hasta entonces, también recomendaban que se reformulase el proyecto y que se pensase otra ubicación: nada de estar dentro del mar en uno de los nuevos espacios del puerto, sino que se aconsejaba colocar la subsede rusa en la zona de Diagonal Mar.

Diversas personalidades, periodistas y articulistas solicitaron mesas de diálogo para retomar el proyecto. Curiosamente, ninguna voz del mundo de la cultura intervino en este debate que exigía erigir una sucursal del Hermitage en Barcelona: todos los que intervenían alegaban razones económicas, de atracción del turismo internacional y alguna que otra cultural. Como si los demás museos y monumentos no necesitasen la ayuda de las administraciones y las visitas de los ciudadanos.

El «no» saltó a la prensa nacional, cuyas cabeceras escondieron las razones técnicas para convertir en un conflicto político el rechazo al Hermitage de Barcelona. Como bien recordaréis, el ayuntamiento de Madrid se ofreció como una nueva sede para el museo ruso en el sur de Europa. Se hablaba de contactos iniciales entre el ayuntamiento de Madrid y el museo ruso, hasta que estalló la pandemia de la COVID-19 y el tema ya no tenía sentido.

Pero, una vez que se ha iniciado la desescalada tras el confinamiento por la COVID-19, vuelve a aparecer el tema del Hermitage en la prensa de Barcelona. El 18 de mayo, Día Internacional de los Museos, el director del Museo del Hermitage Mijaíl Piotrovski publicó una carta en La Vanguardia en la que habla de la importancia de las instituciones culturales en épocas tan trascendentales como una pandemia. Y, por descontado, aprovecha para colar su proyecto: “El Hermitage supone una oportunidad para Barcelona. La cultura, con su capacidad de unir a las personas, a las instituciones, a las naciones y a las identidades culturales, siempre suma. (…) Los museos pueden ser un catalizador para el crecimiento personal y colectivo.” Como si la capital catalana no tuviera ya museos con infinidad de necesidades y que están sufriendo ERTEs.

La Vanguardia se convirtió por tanto en el máximo defensor del Hermitage. Al día siguiente dos periodistas del periódico recogen las opiniones de varias personalidades relacionadas con el desarrollo cultural de Barcelona. Los más implicados con el mundo de la cultura, como la consellera de Cultura de la Generalitat de Catalunya, Mariàngela Vilallonga, el director de la Fundació Miró Marko Daniel o la galerista Rocío Santa Cruz son críticos con el proyecto: se preguntan qué aporta, cómo se financiará, porqué no se examinan las necesidades de las instituciones existentes antes de abrir una nueva, por mucho nombre que tenga. Otros intervinientes como Mateu Hernández, director de Barcelona Global, más alejado del mundo cultural, se muestran a favor, repitiendo mantras que parecían olvidados como la creación de la “Montaña de los museos” en Montjuïc.

Siguiendo con la política de recuperación del Hermitage de Barcelona de La Vanguardia, el 26 de mayo publican una conversación con Mercè Conesa, presidenta del Puerto de Barcelona. Evidentemente, el titular de la charla habla de la defensa del proyecto: “No se puede rechazar en este momento” el Hermitage de Barcelona.

Continuamos con el periódico del Grupo Godó. El 28 de mayo se entrevista en La Vanguardia a Manel Martínez, de la asociación de vecinos de la Barceloneta y de la plataforma ciudadana Més cultura per Barcelona. Por supuesto, cree que “Hay que apostar por el Hermitage”. Aunque reconoce que no todos los vecinos están a favor. Porque desde hace años, cuando se pensó en los terrenos del puerto de Barcelona como sede del Hermitage, con acceso desde el barrio de la Barceloneta, muchos de sus habitantes se manifestaron en contra, ya que aumentaría la presencia de visitantes en un barrio que está habitualmente a rebosar de turistas. Pero ahora, en palabras de este miembro de la asociación de vecinos “el Hermitage nos ayudaría a renovar a nuestros visitantes”, eliminando los temidos turistas de playa y borrachera que asoman por el pintoresco barrio.

La conveniencia del Hermitage en Barcelona salta a otro medio de comunicación. El Nacional del 29 de mayo presenta toda una serie de apoyos del mundo de la empresa y de la economía, todos a favor de que el museo se construya en los próximos años para que sirva cuanto antes a la ciudad. Como siempre, ningún nombre del ámbito de la cultura se ha posicionado a favor.

Y mientras los poderes mediáticos y económicos de Barcelona quieren crear una opinión favorable al Hermitage de la capital catalana, los responsables del museo ruso se hacen querer por más ciudades del sur de Europa. Después de aprovechar el no de Barcelona para acercarse a Madrid, es el turno de seducir a Lisboa como nueva sede para el Hermitage.

¿Tendrán en Portugal un lobby mediático que esté preparando a la opinión local para el establecimiento de la sucursal del Hermitage?


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